La dimensión social de los ESG tiene que ver con las relaciones de la empresa con la comunidad dónde opera, con los empleados, clientes, proveedores y otros stakeholders para los que estas cuestiones son muy relevantes, como son inversores, reguladores y supervisores.
Los criterios sociales son los menos abordados hoy en las empresas. Integrarlos en la estrategia supone un reto y una oportunidad de conectar con los stakeholders creando valor e impacto positivo, y dando respuesta a sus nuevas exigencias relacionadas con el compromiso social.
Este compromiso debe incorporarse en la transparencia informativa de las compañías. En este sentido, el reporting y la huella social de la empresa son claves. Permiten además posicionar a la empresa en índices y rankings ESG.