Fundación Integra participa en el XVI Congreso Nacional de RorSchach y metódos proyectivos.

Efectos psicosociales del encarcelamiento en una muestra de 50 ex-reclusos medidos a través del Test de Rorschach fue el título de la ponencia, cuyo objetivo último, tal y como explicó su autora en Sevilla, es profundizar en el conocimiento de los efectos físicos, psicológicos y sociales del encarcelamiento; además de determinar cómo dichos efectos quedan reflejados a través del test de Rorschach método de diagnóstico de la personalidad- y ampliar la investigación concerniente al test, ofreciendo un grupo de referencia para población desfavorecida.

Mar Muñoz agradeció al comité organizador del congreso la oportunidad que brindaba a la FUNDACIÓN INTEGRA de compartir los resultados de este estudio, uno más de los que está desarrollando la Fundación para mejorar el trabajo que realiza en la inserción laboral de colectivos de exclusión social.

Tras explicar brevemente la labor de la FUNDACIÓN INTEGRA en la inserción de colectivos desfavorecidos, actuando como intermediarios entre candidatos y empresas, la psicóloga se centró en describir las características del grupo objeto de estudio: cincuenta personas -54% mujeres y 46% hombres- entrevistadas por la Fundación entre junio de 2004 y octubre de 2006, que accedieron a participar voluntariamente en el estudio. El 84% disfrutaban del tercer grado penitenciario o libertad condicional y el resto habían sido puestos en libertad tras cumplir su pena. La mayoría eran solteros (46%) y separados o divorciados (32%). El 74% tenían entre 26 y 45 años. El 42% eran españoles y el 58% restante de países extranjeros. Su formación académica era variada: desde estudios elementales a estudios universitarios. Y las penas que cumplían, para el 76% de entre 3 y 12 años, se debían a delitos cometidos contra la salud pública (tráfico de drogas) en el 66% de los casos.

Los resultados de este grupo se compararon con los de una muestra de 450 adultos nos pacientes, estudiada por Juan Exner (2005), siendo el nivel de confianza de la metodología empleada del 95%.

El trabajo ha tenido en cuenta experiencias previas de otros trabajos con reclusos, la bibliografía existente y el hecho de que el ser humano no está hecho para vivir en cautividad: la cárcel es profundamente limitadora, por la tensión emocional que genera, lo estricto del régimen en el que se vive o la pérdida de intimidad entre otras muchas circunstancias.

Mar Muñoz destacó de los resultados obtenidos en el estudio tres aspectos en los que el grupo experimental difería significativamente del grupo de comparación: los 50 ex-reclusos muestran una mayor distorsión perceptiva, es decir, su forma de traducir la información que reciben se aleja notablemente de lo habitual; muestran más indiferencia afectiva -dejan de lado emociones y afectos- como mecanismo de defensa para sobrevivir en medio hostil; y tienen más tendencia al aislamiento. (Sobre otras cuestiones estudiadas como la pasividad o el pesimismo, y en contra de las hipótesis planteadas inicialmente, el grupo experimental presentó resultados muy similares al grupo de control).

La psicóloga terminó su ponencia destacando que este estudio no dejaba de ser un punto de partida para futuras investigaciones. De hecho ya se está trabajando en la ampliación de la muestra del grupo experimental, en al menos 50 sujetos más, y se tiene previsto además constituir un grupo de control análogo al experimental en cuanto a tamaño y características de sus integrantes a excepción de su paso por prisión, que podrían proceder del resto de colectivos con los que también trabaja la FUNDACIÓN INTEGRA.